Esta es la vida, hermano, un artificio, un juego de malabarista improbable, todo es un espectáculo a velocidad lenta, trileros, vedettes, prestidigitadores, talento en pura regla, todos dispuestos como en una puesta en escena, payasos, equilibristas, actores y poetas, es la hora del espectáculo, la apuesta de Fellini es el compromiso eterno con el arte, pintores, copian la naturaleza ebria en un acto de legitimidad perfecta, por que legitimo es crear desde donde otros han creado, magia, milagro, fracaso, éxito y humor negro, fantasia y evolución de la carcajada, fuente de todas las maravillas ofrecidas al hombre, ciego de Magnani, de Bertoluchi, de Sofia Loren, de Edith Piaf, ciego de Jean-Luc Godard, de le nouveau bac, Lautreamont, de magos hombres que escapan al tedio, disolutos poetas que hacen del poema la risa, la risa, el enorme sustrato donde el alma escupe fatalidades, espectáculo, espectáculo, espectáculo, Berlanga, Querejeta, Carlos Saura, Scorsese, brujos del divertimento y eminencias de lo nunca visto.
A estas alturas del baile diré, aunque no sea necesario decirlo, que sí, soy parte de ese 0,1% que en vigilia arde de viveza con la luz encendida de su casa mientras los demás, el resto de la gente común, duerme plácidamente. Soy parte del 0,1% y escribo para ese 0,1%, por eso no tengo aspiraciones de gran literato, ni de poeta, aunque sí las tengo en mis collages. Escribo para ese 0,1% por que soy parte de él, respiro y vivo como él, un 0,1% de esquizofrénicos que no asesinan a nadie, más bien se asesinan a sí mismos, es como aquello que decía Un gran filósofo alemán, no escribo su nombre para no parecer esnob y por que no sé escribirlo, él decía que en el mundo había dos clases de personas: los atormentados y los atormentadores, yo lo suscribo, pero mi minoría es aún más minoría. No soy ni un poeta ni un escritor de éxito por que es inaguantable para los demás hablar de lo que yo hablo. Se duermen como aburridos y no aguantan ni las diez primeras páginas, por que les duele, por que no son masocas. Para esos escritores que se adhieren o se amoldan a la ley de los más, para vender más, para llegar a poder ser recordados, para perdurar, para la excelsa gloria, yo les diría que se hagan una purga, les preguntaría si no están podridos por dentro, yo, al contrario, duermo como un tronco, por que para qué voy a intentar hablar de éste o el otro, para qué amoldarme a una corriente literaria si mis principios son otros. Este tipo de gente tiene unos principios, pero también tiene estos otros, esta frase la dijo el gran Groucho Marx en una de sus películas. Pues yo tengo estos principios que unidos estos a mi poesía son de acero inoxidable, no me importa lo que el vulgo piense o diga, lo que me importa bien me quiere, todo lo demás es fachada y ganas de aparentar. Ya a mi edad ya he visto demasiadas veces las marionetas y sé que el lobo siempre pierde, aunque en la vida real siempre gane. Por eso, yo y mi 0,1% de lectores somos felices curándonos solos las heridas, dicen que en un futuro esta cifra se incrementará, me parece genial, para qué ser hipócritas, más gente el club de los misántropos conllevará a que seamos una secta secreta como las logias masónicas, o una especie de templarios venidos a menos. Cuando empecé a escribir me imaginaba llegar a ser un Neruda, un Kafka, un Lorca, pero nada de eso es cierto. La verdad es que soy un poeta valiente, de aquellos que ya no quedan, muchos exigen el verso corto y conciso, a mí me gusta ser más barroco, por eso reparo tanto en el detalle, en la extensión, y casi siempre hablo de mí, cosa imperdonable para algunos poetas, que prefieren dejar estos a más de uno sin resuello. Si yo he hecho algún daño pido me disculpen, cuando he querido ejemplarizar, o poner una metáfora visual o sonora siempre he tratado de que nadie salga perjudicado, y si ha salido herido lo he sentido, por que ningún poema, ninguna tinta escrita vale el dolo de cualquier semejante, sea este de la condición que sea, muchos se aplican el cuento de mal de muchos consuelo de tontos, yo al ser un poeta outsider me considero parte de aquellos que profesan el mal de pocos consuelo de nadies, sí, consuelo de nadies, eso es mejor a llevarte a unos por delante mientras la mayoría goza y se regocija, eso está muy feo, pero hay que vender libros como churros, los escritores que de verdad son libre pensadores, tienen que tener además de soledad, cojones para soportarla. No pretendo ir de poeta maldito, esas fórmulas ya tienen el barniz viejo, yo prefiero denominarme como poeta del 0,1%, ahora que estamos en momentos donde suena más la cifra que la palabra, y el lamento más que la risa abierta.
A veces creemos por ciertas causas que llevamos solo nosotros el peso del mundo, nos creemos que somos los únicos en la tierra capaces de estar preparados para el sacrificio, pero no es cierto. La cantidad de sacrificios que respiran en los hospitales, en los prostíbulos, en las cárceles, en los cuarteles, y un largo y lamentable etcétera, el sacrificio es una prueba de humanidad que se demuestra ante la humanidad, los sacrificados tienen una mirada sin luz unos, otros tienen en la mirada alegría y muestran plenitud, esos, son los afortunados, los que se salvaron del incendio o del naufragio, los otros, son llagas vivientes de las que miedo da tomar cualquier dirección, muchos se quedan en el camino y los acuna la fiebre fría del no ser, por que se sabe otro. Soportar el peso del mundo puede ser también parte de la confusión que nos atormenta, nos creemos el ombligo del mundo, y eso puede ser peligroso. Pero a veces soportar el mundo es soportar algo más que a los que te rodean, es soportar el tiempo aletargado, el tedio pesado, y la soledad del cosmonauta.
Me da pena de ti y de mí, tú que cada mañana respiras de una ilusión nueva, de una nueva ilusión, se renueva tu esperanza sin rastros de hojarasca tras el suspiro del tiempo, me da pena de mi, por que guardo una pesada ancla en mi pensamiento libre dispuesto a saquearte, los dos amputados de pureza andamos subiendo los escalones del piso de arriba, buscando una respuesta al enigma de las constelaciones grabadas en nuestro sueño pesado, sueño que no quiere marcharse de nosotros, tú y yo somos las víctimas del desorden del poema, vemos un horizonte que se duerme en la costilla vieja de Caín, rastreamos nuestros nombres de liberados en la arena del asfalto colindante a los retornos, nos duelen a todos los pies de andar por las cloacas para que no adivinen que nuestras esperanzas aún no han terminado, han acabado desnudas en los bares apoyadas a una barra, y deseándose la victoria como hermanos que parten hacia una misma guerra, nos queda la fiesta de los contrastes, allí bailaremos el último tango y diremos adiós a donde el corazón nos lleve.
Mi padre, un hombre especial, mi padre me dice cosillas de otros tiempos, me da consejos sobre brujas, ogros y princesas, es sabio mi padre, tiene callos en las manos y es bueno como el algodón de azúcar, nació en los años duros, es duro mi padre como sus callos, lo retrato en sepia por que es mi viejo querido, aquél que superó tormentas en el invierno, caminó por el desierto, se hizo fuego de ira y disconformidad, se hizo agua que se dejaba llevar como en los ríos, mi padre no es un nuevo rico, y tampoco antiguo pobre, por que la riqueza de mi padre está en su corazón de pestiño, su corazón de piñonate, se llama Fermín, y no es Navarro, mi padre es de la sierra sevillana, de El Ronquillo, mi padre ha visto mundos que son otros mundos en esta otra parte del mundo, mi padre abre las puertas de su casa a los nobles de corazón, al que lo necesita, me enfado con él por esta causa, temo que utilicen su bondad los lobos con piel de cordero, mi padre es la huella que yo sigo, es amor y la ternura, conoce lo que no está escrito, y vió a la Paquera de Jerez a lomos de un burro, acompañado de mi abuela, quedó estupefacto, fue en Almadén de la Plata, mi padre es sabio, repito, por que es una andaluz tolerante, pero no tolera la ignominia.
Los coches en las afueras guardan sospecha, allá en la oscuridad, apartados de la ciudad, de sus farolas y de su miseria, los coches aparcados en las afueras guardan sospecha, los fulanos meten mano, los menganos se la juegan, los perenganos buscan con su mano diestra, pobrecitos los humanos que sin casa en los arcenes se apean, lujuria, placer, dejan de ser unos cualquiera, para meterse mano en los lavabos o donde la oscuridad les quita vergüenza, ay, esos coches, apeados en las afueras, quítate las bragas, yo me bajo el pantalón, vamos a comprobar esta noche si tus partes bajas mojan la siembra, vestidos manchados del verde de la hierba, cachetes en las manos cerrándose la puerta, caricias y juego de manos, sexo en los filos de barrancos que dan la espalda a ciudades negras, noches mojadas en tacto y en lo que a la mujer respecta, noches sin lluvias pero ebrias de agua y de erizadas pieles de juventud nueva, sollozos y gemidos templan lo que no hubo en otros tiempos, tiempos de mártires y guerra, ahora estampamos rastros de esperma en las mini faldas y arranquemos pétalo a problemas que siguen su curso entre orgasmo y naturaleza plena.
Soy el yerno aquél que no quieren las suegras en casa, soy el raro fiel a la causa inexacta que cruza todas las rayas, soy el solitario ese al que le escuecen todas esas cosas que se le escapan, soy el outsider ese que se rasca hasta salirle sangre sobre su antigua sarna, soy aunque os pese lo que florece cuando en el erial abre semilla la helada, soy la mala peste, la mala sombra también, y la malaria, soy un ser oscuro y levanto muros allí donde hubo la calma, soy el escorbuto, el bicho crudo y la tela de araña, soy un estornudo en toda la cara de aquél que tuvo una gripe curada.
Hoy no es día de lluvia en mi localidad, pero para mí como si lo fuera, tras los cristales la lluvia purifica la ciudad, ciudad que necesita la alegría que tiene cuando hace sol, aunque hoy sea un día de lluvia para mí. La bofetada que dan los días de dudas e insegura incertidumbre futura, no lo he dicho, pero para marzo tengo una exposición pendiente, esta será mi primera exposición en solitario, vienen a mis pensamientos tiempos de fiesta en que me ponía dentro de un cabezudo de 15 kilos, sí, fui capgrosso, aquí en Catalunya es habitual ese tipo de paseos por las calles de la Vila, gracias a eso hice amistades para siempre y viajé por toda la comarca, me conozco muy bien esas calles empedradas, embutido en un cabezudo y danzando bajo el influjo de las grallas y los tambores, es como estar tras los cristales en un día de lluvia, escuchando a Ismael Rivera e imaginarme cerca de ti, este Capplannetta es un tozudo con dotes de masoquista, cuando me ponía el capgrosso escupía agua con una botella con difusor, lo que me reía mojando a la gente, dándole al gatillo indiscriminadamente, a veces reía a carcajadas dentro del capgrosso, los días de lluvia tienen esto, que el silencio en el ambiente aviva la imaginación y nos devuelve la esperanza de que otras cosas ocurrieron bajo el sol.
Como dijeron otros poetas antes que yo, que soy, quizá, un poeta más, otros tiempos vendrán y ha de traer el viento silencios puros, otros tiempos vendrán y anidarán en el olvido nuevos sueños, vendrán los tranquilos paseos por la larga avenida repleta de escaparates diversos, vendrán los coches eléctricos a salvar las verdes crines, a salvar el canto libre de un pájaro, vendrán tiempos en que los hombres acaricien su voluntad con un roce sensible, vendrán tiempos donde muchos ancianos nos contarán diversas historias con la antigüedad del olivo centenario, vendrán a ser las esquinas un cruce vívido de caminos y amistad, vendrán amigos nuevos con una sonrisa quieta que nos hará flotar y deslizarnos frente la confianza ciega, vendrán autopistas hacia el paraíso de nuestra patria lejana, vendrán trenes bala con el fragmento de un poema entre sus vagones con calefacción, vendrán bostezos por generosas comidas y siestas de paz repletas por el ronquido estupefacto de sueño y cosquilleo, vendrán nuevas personas a compartir con nosotros planeta, vendrán las justas promesas que un día nos hicieron los que ahora las incumplen, vendrán los veranos por la noche con sillas en las puertas, vendrán otoños de ocre y calor de hogar y hasta Navidades que recordaremos eternamente, vendrá la esperanza a nuestras ilusiones de niños que fuimos el futuro que somos ahora, vendrán cien primaveras más, vendrán lluvias que sintamos como alegre, vendrán y vendrán muchas cosas, lo demás es pasajero, lo perpetuo es un mundo de delicias antes que muertes amargas que duelen. Otros tiempos vendrán.
...y la vida te enseña a contar con una mano los que valen, que de cenizas crean monstruos los ávidos de sangre, la vida te enseña a leer aquellos libros que consuelen, antes que los que el vulgo acapara, que las personas somos egoístas, pero los hay que no pueden calmar su hambre de fuego, que si les das de comer a los leones se apropian de tu carne como ratas, que en el suelo me he visto cien veces y las huellas dejaron su trazo en la entraña de este mundo, me acuerdo de mis padres, que los hieren con doble cuchillo por mi naturaleza, que mi naturaleza no la quieren los impuros, que con ella juegan con la saña de un gigante, que la vida no es buena, no, que la vida la gozan los fulanos, con un pie en la libre idea que a veces asoma, que no quieren la verdad en este mundo, que a muchos mataría semejante señora, con tanta altura, de presencia desnuda, que ruboriza a los que callan eco de bruja, que esclaviza a quien dios no dio esperanza, que muchos callaron lo que saben, por no herir palomas de otras lindes, que muchos saben hablar como el que calla y aprovecha así tanta mentira, tanta mentira sí, en esta vida asquerosa que a nadie aguarda, en esta vida embustera, que ganan los que no hacen nada por nada, que libres serán los hombres mientras otros hombres pisen otra hombría, que libres seremos nadie mientras escuche el sol los sollozos que no se escucharon nunca...
Pobrecico del poeta, que se juega la vida por un verso, que se arriesga y todo a colgarse de un anzuelo por imitar a los bomberos, ay, poeta aquél travieso, que se la juega con las Demos, de programas de detenimiento, poeta, que manchas las manos de tinta, pero de una tinta que no conocemos, tapices de palabras, que quedan quietas en silencio, palabras, llámalas inquietas, las que caen del tormento, series de bocetos para parafrasear al embustero, poetas que cuentan una historia, para que la televisen los boceros, poetas migados sin mil ases, frío del agua, poetas, parece un manifiesto, y en la verdad está lo nuestro. A estas tierras de poetas y malandrines de estos años de orfandad. Bienvenidos a los 500 años de misas noches borrachas de soledad, que entre palillos, y cajón con ron, batallas y cuchillos, que a mil indianos quieren morder. Para migarlos en turrón, turrón o lo que sea, lo que importa es coger, coger, mucho y lo que tenga que ser, es triste, pero ha de ser.