
Me escribió por Messenger mi agente literario para decirme que había trabajado demasiado y que padecía una dolencia que creía él era un cansancio excesivo, bien, le dije que dejara los empeños que tenía que realizar para mí y descansara de inmediato, cosa que hizo, eso creo, y mientras yo no estaba encima de él (cosa que casi siempre hago) mientras realiza algún trabajo para mí (ya que es agente, editor y diagramador) me puse a leer lecturas que tenía olvidadas en los anaqueles de la tablet, lecturas que obtuve hacía algunos meses atrás, me cansé pronto de leer y me dediqué a ver vídeos, oír música y a estar ausente (que es lo que más me gusta en la vida), aunque estar ausente se conciba con las otras acciones, que todo hay que decirlo, como que se llevan bien unas con otras. Me puse a escuchar a Cartola, Los Chichos, Jorge Drexler, etcétera... entre esas cosas fumaba y fumaba, vicio que debo de dejar de un momento a otro, ya que me canso y es una necesidad por pura Salud. Beber café también me encanta, y mientras bebo café, suelo beber agua para que trabajen mis riñones. Aunque lo que más me gusta es ver vídeos de YouTube de larga duración, ya sean documentales, conferencias o incluso películas y obras de teatro, las lecturas que suelo tener últimamente son En Movimiento de Oliver Sacks, Elena Medel y sus dos libros de ensayo (uno, sobre Machado El mundo mago, y el otro, sobre poesía Todo lo que hay que saber sobre poesía) y también clásicos como La vida breve de Juan Carlos Onetti y libros que me descargo gratuitos. Elena, cierto es que es una poeta institucionalizada pero es muy buena escritora, tiene un paladar exquisito, aunque se decanta por lo femenino, como si llevara esa lucha a un trasfondo personal, bueno, es comprensible, ella es mujer. Ahora son vísperas de la feria del libro de Madrid, no quisiera verme en el pellejo de ciertos autores que firman libros tras una cola, o tal vez otros, que no tienen cola porque no los conocen todavía, ya la tendrán, aunque para mí eso es un horror. Disfruten, hagan lo que hagan, la soledad es muchas veces un bálsamo placentero que los que gozamos de nuestra compañía personal no es motivo para el tedio, o el pesado aburrimiento que la soledad impone, se debe tener una lucha entre los sentimientos de soledad y el sentirse aburrido, es de mediocres hundirse en la desesperanza.

Capplannetta decidió después de haber frecuentado el manicomio pasar unos días de evasión en el Festival Doctor Music, en ese año se celebraban mundiales, y a Capplannetta le coincidió La gran Final del Mundial del año 1998 en aquel valle plagado de mojones de vaca y conciertos al unísono. La gran final se la jugaban Francia-Brasil, fue un partido de mucha emoción pues los dos contrincantes lucharon hasta el final, jugaron los 90 minutos, la prórroga y no hubo más remedio que jugar la tanda de penaltis. Al final se llevó el gato al agua Francia, a Capplannetta le supuso una gran alegría y se unió a la hinchada francesa tarareando la Marsellesa. Había un tipo que no paraba de mirarle, con cierta cara de enfado y de derrota mal encajada. Capplannetta se acercó al tipo y empezó a bailar muy cerca de él tarareando la Marsellesa como un loco. El tipo lo cogió del brazo y lo apartó de la muchedumbre en pleno júbilo y celebración. Lo llevó a un lugar poco frecuentado y le enseñó un estilete de un palmo de longitud y le dijo: -No te imaginas lo fácil que esto entra en la entraña. Capplannetta se quedó estupefacto. Y en lugar de seguir hablando con aquel mal perdedor que ni era brasileño ni siquiera portugués siguió con su fervor francés aunque no le quitaba la mirada al hombre. De pronto el chico se le acercó aprovechando un tropel de gente y Capplannetta se puso a salvo. Capplannetta siempre recordaría aquel fanático pendenciero.
Pasaron veinte años y Francia volvió a ganar otro Mundial de fútbol en el año 2018. Capplannetta no lo celebró como aquella vez en el Vall d’Aneu. Capplannetta recordó al tipo mostrándole el estilete y ésta vez sí pasó miedo. Aunque ya nada podía ocurrirle, pero le daba vértigo pensar que estuvo tan cerca del abismo. Años atrás quienes ganaron el Mundial de fútbol fue su país (España), su país lo ganó en los mundiales de 2010. Pero no pudo celebrarlo como él quisiera. Ese año no hubo himno que tararear ni estilete que lo amilanase. Ese año estaba en proceso de divorcio.
Posted on 9:58

Nos da cierta grima pensar en ella pero, aunque sabemos que siempre está presente, es una etapa en la vida a la que nunca se está preparado y es inoportuna e imprevisible (malamente si no lo fuese) y es temible, también una incógnita, y ahora resulta que también contamina. Yo cuando muera no quiero que me incineren, ya que es altamente nocivo para el planeta, prefiero que hagan conmigo abono y planten un árbol hermoso y lo abonen con mis restos convertidos en abono. En Estados Unidos ya se lo están planteando. Y es que ser alimento de gusanos no gusta a nadie, y un esqueleto es poco estético. Basta con ver las pinturas negras de Goya para comprobar lo poco atractiva que es la decrepitud humana y la putrefacta miseria que nos acompaña en nuestro tránsito hacia la nada. Pues tampoco creo que el ser humano tenga conciencia del después, una vez muerto poco importa ya lo que se queda en este mundo enfermo. Yo cuando muera quiero prisa vegetal, la lentitud y la parsimonia con que la vegetación hace raíces y es parte de la naturaleza. A veces ves vídeos sobre fauna y microorganismos y todo parece tener más sentido que la vida que el ser humano ha hecho cotidiana y la ha transformado en una vorágine de maldad, injusticia y mucha mala baba. Nos pisamos los unos a los otros y no tenemos ni una pizca de conmiseración para con el prójimo, salvo cuando impera un interés alejado de cualquier atisbo de fraternidad y todo se desdeña llevándolo a un estado de intereses creados que afectan más en la indigestión que en la dicha de libertad, con la cuál muchos hemos soñado, quizá demasiado. Poco importa el mañana si planteamos ya un hoy podrido porque se nos murió el ayer.

Poca gente se casa hoy en día por amor verdadero. En este mundo capitalista abunda demasiado el plástico (aludiendo a la canción de Rubén Blades). Parejas de plástico que se les desentonó el corazón y buscan un status de comodidad, lujo y prosperidad donde los sentimientos, el cariño y la conmiseración son ingredientes que están en la acera del frente, y normalmente están en desuso como juguetes que da miedo usar por estar tan viejos y caducos que mejor será evitarlos por temor a que se rompan. Pero se predica mucho con el amor verdadero y en realidad se queda en lo dicho aunque no en el hecho. Tú ganas tanto y yo tengo esto, esto otro y tengo este sueldo, nos casamos, damos envidia, juntamos nuestro sueldo y patrimonio y montamos una sociedad matrimonial de Puta madre. Nos casamos por la Iglesia, bajo separación de bienes, se congela el matrimonio con los años, los hijos logran que el matrimonio tenga aspecto de fortaleza inexpugnable, y/o lo debilita más o lo hace una cárcel que limita aún más a la pareja de pipiolos socialmente civilizada. El matrimonio se congela, se le da calor con lo material, pero se goza una miseria emocional que en costumbres europeas donde la monarquía ejerce como ejemplo de sociedad eficiente, podemos comprobar que todo tiene su decadencia, como dice la canción, tres cosas hay en la vida... Salud, dinero y amor... el que tenga las tres cosas que le dé gracias a Dios. Y si no se la podemos dar a esos tontos que aún creen en el amor como romántica historia que solamente termina con la muerte, esa antigua prostituta que a todos nos visitará. Queramos o no.
Posted on 9:20

Me puse realmente excitado, cuando la vi con sus zapatos de tacón, ese traje ajustado que dejaba ver un sensual escote, sus hermosas tetas se movían como flanes, flanes de orgánica carne trémula. Cuando la vi bailar al son de la salsa, su trasero era una peligrosa curva en la que te podías precipitar hacia el abismo. Sus labios carnosos y sexys como rojizas mariposas, sus ojos grandes que insinuaban un blancor que me atraía, su nariz perfecta y pequeña, su cabello largo y recogido, bailaba, bailaba y bailaba, mientras yo padecía de una excitante travesía por la voluptuosa y espectacular danza, su vientre era una explanada de dos palmos temblorosa y morena, con su ombligo como un péndulo en su lugar preciso; había que verla fumar, era pura poesía; había que verla reír, con esos dientes blancos como perlas puestas en su boca por un escultor; estaba muy buena, tanto que daba miedo, pero no un miedo de terrorífica nocturnidad obscura, era miedo a que te partiera el corazón yéndose entre el trasiego de gente con un chulazo de la mano, era miedo a no poseerla, a no hacerla tuya, sin lugar a dudas eso era el verdadero deseo. El deseo que te ahoga y te quema, te domina y te deja sin resuello.