Capplannetta usuario de burdeles

Posted on 10:43



Me escondo en este lupanar de gloria y devoción, donde el responso y la plegaria no se conocen todavía. Calientes tarjetas de crédito, más calientes que las braguetas de los nobles nocherniegos que visitan el aposento de las dulces Magdalenas. Me escondo entre el perfume de estas santas de la noche del neón y la Juke Box a todo trapo, nos envuelven de felicidad fragmentada. Los usuarios de burdel creen que hay otro mundo entre las Venus que dicen no a la consagración del día imperfecto. Viejos ya damos palodú a quien pide regaliz natural, por eso es mejor estar solo, para poder hablar bien hablado de las casas de lenocinio, santas casas de risa a carcajada del cónyuge y la esposa que espera la borrachera del marido. Ella lo huele y le lava la ropa que huele a Chanel Número Cinco. Placentera es la rosa del agua que se esconde bajo las burbujas del yacuzzi y el jabón con olor a fresas de caramelo que las putas enjabonan a todo aquel que logre darle la virtud del orgasmo a aquella que tienda su aurora repleta de sudor y charla estúpida a los hombres que como peces comen de la miga que fructífera de espasmo endose su clamor sobre la voltereta adulta del placer a un paso. Las beatas no aprueban el prostíbulo porque es a ellas a las que les pisotean el orgullo, y no a las putas, que tienen acero blindado cubriendo sus infelices llagas de mujeres que se entregan. Es curioso que en los extractos bancarios sean anónimas las palabras Night club u otros sinónimos, así las mujeres no pensarán en la desmesurada lista de amantes que tienen sus maridos. Aquí mi canto a las putas del mundo, a esas hadas madrinas de la noche que circulan entre mis besos de Ginebra inglesa. 

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