
Cuantas veces hemos escuchado que el mundo es una mentira. Y también escuchamos a diario, ya sea en tono humorístico o en serio el anglicismo Fake, si a eso le unimos la palabra también anglosajona Blogger, encontramos un modo de hacer literatura que a través de una noticia, tanto si es de diario o televisiva, o a través de una verdad a medias o una estadística elaboramos un género no sé si nuevo o reinventado, y si lo publicamos en los web-blogs o en Twitter o Facebook nos puede distraer al unísono que la ficción literaria. ¿Acaso los cuentos infantiles no parten desde la fantasía? Recordemos la campaña y la presidencia de Donald Trump, plagada de Fake- News y medio verdades, incluso mentiras de manera descarada. Sería, más o menos, como hacer humor o una exageración que distraiga a los lectores como si de ficción se tratara. Pero con la diferencia de partir desde un hecho real. Ficcionar la realidad se puede denominar autoficción, pero la autoficción parte de un hecho real y se envuelve de verdades y de mentiras, pero el Fake-Blogger sería algo parecido al periodismo Gonzo, ya que este parte de un subgénero del periodismo de reportaje verídico. Está claro que el Fake-Blogger sería la realidad Pulp o Afterpop.
Cecilio Olivero Muñoz
Cibernética esperanza
Ediciones Vitruvio 2021
Las cosas nuevas, en ocasiones, nos causan rechazo y curiosidad al mismo tiempo, aunque sean muy buenas. Cibernética Esperanza, de Cecilio Olivero, en adelante Capplanneta, es un libro demasiado nuevo, no sólo porque lleve menos de un año desde que salió de la editorial. El contenido está estructurado y presentado de un modo muy poco habitual, tan poco habitual que el autor podría perderse buscando el hilo conductor sin darse cuenta de que ya lo tenía desde el prefacio.
Yo esperaba una “novela de auto ficción”, según la definición que hizo el autor. Pero, durante los últimos meses he estado leyendo una colección de más de 60 poemas y más de 60 relatos intimistas, sinceros y descarnados que, sin suspense ni anticlímax o clímax hacen que el lector siga pasando las hojas movido por la empatía y las emociones que despiertan las experiencias que narra el autor sin necesidad de un gran conflicto que se resuelva en las últimas páginas (igual que en la realidad, donde nadie espera resolver el mayor de sus problemas para vivir sin emociones ni desafíos, al contrario, convivimos con todo lo bueno y lo malo cada día) hasta que un día el lector llega al final y concluye que muchas películas basadas en hechos reales y muchos reportajes sobre la vida de los famosos son un montaje para vender.
En el séptimo verso del poema “Blogger nadie”, Capplanneta dice algo que ya es muy evidente: “[él escribe sobre] lo que le da la gana”. Es decir, sobre su coqueteo con las drogas durante su juventud y las consecuencias de estas en su salud y en su familia. Las otras cosas sobre las que le dio la gana escribir en Cibernética Esperanza son: su relación con internet que, si bien le hace sentirse a gusto hasta el extremo de alegrarse porque un hacker se haya metido en su sistema operativo, también le vuelve más solitario, es una tabla de salvación en la vida de un hombre cómo él; es decir, en la vida de mucha gente acosada por el tedio. Por último, está su relación de amor fallido con su exmujer y otros temas sueltos como “Los entierros sin tierra” o “Alienación y misantropía”.
Lo más conmovedor de esta colección de recuerdos-relato-poemas-reflexiones- etc. es la valentía del autor al decidir mostrarnos sus gusanos de seda, su intimidad, haciendonos pensar en la sociedad actual, fría y misántropa, después de habernos advertido que hablar de nuestras intimidades puede no ser del interés de un lector.
Posiblemente, Cibernética esperanza no es una autobiografía, pero resulta muy, muy difícil creerlo; desde el prefacio, el autor ya nos habla de sus experiencias en la niñez y en las últimas páginas, en el epílogo, nos sigue hablando de la relación con su exesposa. Tampoco es una obra de ficción, aunque el título de la primera de las cuatro secciones del libro sea “El pasado condiciona al futuro” mientras la tercera es “El futuro está escrito”.
Ficción o no ficción, novela, ensayo o poemario, o todo en uno solo, Cibernética Esperanza es una creación artística que confirma lo ya dicho: “el arte no se debe definir”. Y es que, si se tuviera que definir el arte, estaría tan enmarcado que obras como Cibernética Esperanza no encajarían en ningún cuadro cuando son uno de los retratos sociales que todos necesitamos mirar y, posiblemente, nos encontremos pintados en él de algún modo.

El presidente de Amazon está como una cabra. Ha amasado tanto dinero que Jeff Bezos es uno de los personajes más ricos del mundo. Hace unos días se dio un paseo por el espacio. Eso ya lo sabían. Se presentó después del paseo con un sombrero de cowboy como si de un vaquero de rodeo se tratara. Dicen las malas lenguas que en la travesía no les faltó ni caviar ni champán francés y vete tú a saber que sustancias más se llevarían para su gran gesta por el espacio. El caviar no era ruso por razones políticas. Todavía no se ha dado cuenta de de que Rusia dejó hace años de ser comunista. El caviar era iraní, pero no les importó ni a él ni a sus amigotes de odisea. El ser astronauta le ha vuelto a Jeff Bezos un hombre de provecho, es rico, caprichoso y ahora es cosmonauta. No puedes ser rico si no tienes algún capricho que otro. A Bill Gates ahora le ha dado por hacer donaciones humanitarias. Pero estos millonarios que dieron su peculiar campanazo en el Dow Jones, no tienen ahorros en Bank of America a plazo fijo. La verdad es que sí tienen liquidez pero su ego no dirá que su inmenso capital está generando riqueza, lo que no te dicen es que tienen su dinero que, es tanto, que muchos lo invierten en oro o en bitcoin. Jeff Bezos no tiene un pelo de tonto. El algoritmo de Amazon es el secreto mejor guardado, más que el de Google, Facebook y Twitter, que tienen un algoritmo casi igual de potente. Estamos dejando nuestra voluntad a los algoritmos. Hace poco comprobé por mí mismo que el algoritmo de Google sabía que era poeta aficionado, y después de mostrarme varias noticias sobre poesía me dice el algoritmo que el amor es fácil encontrarlo si confías en nosotros, o sea, que el algoritmo de Google sabía que follo menos que Tintín. Pero eso no es todo, me mostró un anuncio donde me enumeraba las intentonas por vestirme de Armani, descubrí que estos tipos de las plataformas arrasan con su confianza en los algoritmos. Pongan amor en su vida, ¿ha probado el nuevo aspirador de mano? ¿Necesita cápsulas para cafetera? Vengan al mundo que “yo se lo envío a casa”. Pero preferimos a Amazon a la librería de tu ciudad, ahora con Internet es fácil tener libros que no están en Amazon ni en ninguna parte. Ahora está el personal embelesado con el puto algoritmo.

Que la belleza es efímera parece una frase hecha, pero para mí es sin duda algo más. Con esa frase hecha se puede crear una cadena, como quien tuvo retuvo y guardó para la vejez. Pero la belleza puede ser interior o exterior, o estar en ambos a la vez. A eso lo llamo yo “bien parido”.
Hay personas que están desesperadas y se conforman con o sin belleza. Pero para mí la belleza de las personas debe de empezar en el interior, eso no quita que te cuides, pero una depresión o una enfermedad psíquica pueden hacerte perder la autoestima y perder las ganas de cuidarse, incluso del aseo personal. En nuestro mundo hay gente que no tiene acceso al agua, el agua, una materia tan necesaria que poca importancia le damos a veces.
La belleza puede encontrarse en los libros de Reinaldo Arenas, o Alejandro Zambra, o tal vez no debemos omitir el hecho de que la belleza se encuentre en todas partes y tengamos que releer a Pedro Lemebel, Truman Capote o Roberto Bolaño. Pero esto son autores muy conocidos entre los lectores. Podemos hablar también de Andrés Caicedo, por decir otro nombre. Poco importa que sean heterosexuales, homosexuales o drogadictos. La belleza, para verla hay que ser un poco mujer en el caso de vérsela a los hombres,y un poco hombre para lo mismo pero a la mujer. Un cuadro de Andy Warhol no posee la misma belleza que un Velázquez o un Goya. Sin duda son distintas épocas lo que incide en cada uno de estos pintores. Pero la belleza está en Naomi Campbell o la belleza en un Picasso, siendo éstas de reminiscencias africanas. O la música de los compositores desde Beethoven, The Beatles, o Miles Davis. La belleza es en sí la mujer. Una mujer bonita se halla repleta de aires cuando ella, y solo ella, así lo quiere. La belleza es vestirse bien, en eso salen perjudicados los hombres obesos, pero también pueden vestirse con un poco de conocimiento sobre lo que es llevar una prenda con estilo.
La belleza no entiende de razas ni culturas. En el cortejo de una dama hay que desplegar todo un mundo que gire alrededor de ella. La belleza es la juventud, ya en la vejez no tiene sentido, ya que siendo anciano poco puedes hacer contra el desgaste. La belleza guarda todo su significado, no en la sexualidad, sino en la presencia y saber estar de cada uno. Aunque haya gente que no tenga esa parcela de terreno controlada. La belleza rezuma de delicadeza y perdura con los años si el que tiene tal belleza la retiene como dice la frase.
Por la senda de este nuevo mundo me encontré con la verdolaga, me di de bruces con ella más bien. La verdolaga se extendió por mi camino hasta que al final comprendí que las espinas están en cualquier parte.
Afanoso estaba por encontrar la verdolaga, me hice amigos y enemigos, muchos despreciaron mi mirada de asombro. Otros hicieron acto de presencia en mi búsqueda, mi sí fue tan espléndido que el asombro corrió por todas las miradas y por los rostros de la gente.
Muchacho, tienes que aprender que lo que haces a los demás te lo haces a ti mismo.
La verdolaga es una planta curativa pero también es un tropiezo que buscamos desde que por la mañana nacemos. No es voluntad ni tampoco un lugar, es quererse a sí mismo, la verdolaga quieta será testigo de la macadamia de la noche. Allí donde hay un hombre completo nace la verdolaga. Allí donde hay una mujer luchadora crece plena la verdolaga. Las mujeres, que se llenan de aires sensuales cuando ellas quieren. Una mujer que se entrega a un hombre es una bendición. Los poetas debieran subrayar este aspecto. Los poetas y todos los hombres que aman. En el momento de extender la noche su saya oscura es cuando se abren las carnes para ser poema. La verdad del hombre y la mujer se acurruca en una cama, y solamente ellos deben administrar ese secreto. Con el silencio, con el respeto, con la caricia. Un día encontraré la verdolaga que siempre soñé. Seré el centinela de mi pueblo, seré hombre insomne que vive por la quietud de la paz, en cualquier estación, a cualquier hora, seré el amplio corazón que custodia a todos los hombres que conocen la verdolaga.
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El trabajo de escritor es solitario y requiere cierto pudor. Ya se sabe que el escritor tiene que enriquecerse con lecturas que le plazcan, aunque también con otras que le resulten pesadas. Yo voy por un camino solo en el que mi criterio se desplaza a la hoja en blanco, después hay que corregir, cosa importantísima a la hora de publicar, y después la cosa más temida para mí: encontrar una editorial decente que publique tu trabajo. Una vez publicado el texto ya no te pertenece. Si escribes sobre tecnología entrarás en un laberinto sin salida ni fin, ya que la tecnología avanza a grandes pasos. Yo no sé hablar por teléfono, me pongo muy nervioso, pero en los blogs que administro y publico me explayo como un escritor profesional, aunque me considere un aficionado.
Al ser un trabajo solitario estás dependiendo de una responsabilidad que es como engendrar una criatura. Engendras personajes, espacio o ambiente, detalles, pero para escribir relato o novela las directrices ya están marcadas: exposición, nudo y desenlace. Dentro de estas reglas se puede crear un texto, también es importante la estructura de la obra, el tiempo o el ritmo de lo escrito. Al ser un trabajo minucioso donde tiene importancia el pudor y el rigor. Aunque este que les escribe no es un escritor en toda regla, es un aficionado a los malabares con palabras y versos que trato de que no sean epígonos.

Cuando morimos en las lápidas y las esquelas se pone RIP, o DEP, todos sabemos lo que significan. Pero muchos creemos que después de la muerte está la paz deseada. Y puede que nos equivoquemos. La paz es algo tan necesario como el alimento o el ocio y el descanso. Pero la verdadera paz es aquella que consigues por amor o por sustancias variadas. La paz de la inocencia es una paz que en un futuro puede llevarnos a la locura progresivamente. La verdadera paz se encuentra en la alegría que tenemos y aquella que podemos dar a nuestros semejantes. Si tras encontrar la gran verdad del mundo no hallas paz y alegría es un peligro que te puede arrojar a la megalomanía. Todo parte de la serenidad, la plenitud y el saber estar. Si no te enseñan en la casa paterna a sortear el infierno te lo enseñará la vida y algunos caen en el proceso. Existen muchas formas de luchar en contra del infierno de lo que no entendemos o no logramos a comprender. Pero esta vida está adherida a varios tempos infernales, pero salir indemne sólo será por mera sapiencia en el saber estar, o en la comprensión que muchas veces nos obliga la vida. Es comprensible que para acabar con el infierno de la vida quieras desprenderte de ella en el suicidio. Y es un error. Un error que nos declara como incapaz y se va del baile antes de su hora. Es mejor reír y tratar de darle alegría a las personas (sin hacer el ridículo) y serás así correspondido. Como dicen los versos del poema Palabras para Julia: …muchos esperan que resistas, que les ayude tu alegría… Son sin duda unos versos que sentencian las claves de la vida. Hagan eso, ayuden con su alegría.

Un nuevo despertar acude a la luz de mi hogar, y me digo, soy digno de este amanecer sin huella, de este amanecer que se disipará de crepúsculo de sombras, y ya no habrá motivo para cantarle a la noche y sus cosas, sus cosas que aprecio, y que me gusta mirar a la cara teniendo la conciencia tranquila. Un día me acusaron y me calumniaron los casposos que en todos los lugares merodean. Tengo miedo desde entonces a los malos entendidos. Algunos te acusarán de cobarde, pero más cobarde es aquello que no puede beberse, que no puede tomarse. No me quiero morir, se lo digo a mi madre, me encanta la vida, pero a veces no hallo la plenitud de la alegría ni los amores que valen un sueño. No quiero muerte para nadie, pero ella llega como un paseo que haces, el último de ellos. Como poeta de Torre-Romeu quiero vivir aquí y nunca, jamás sería un delator de ningún vecino. Pueden llamarme cobarde, pero yo soy valiente cuando tengo que serlo, y cobarde cuando no debo serlo. El miedo ha hecho de mí creerme una cantidad de fantasmas que son producto de mi mente. Mi mente está enferma, pero las hay peores. Sigiloso ando ante el miedo, y eufórico en la alegría. Pero no he hecho daño a nadie del cual me pueda arrepentir. He cruzado umbrales oscuros, he presagiado mi asesinato en los malos tugurios donde la vida no vale. Recuerdo a Pepe, y la fiesta que nos dimos en Lima la vieja. Una fiesta así no se olvida. Nos fuimos a un prostíbulo y yo tuve que guardar celibato porque estaba casado. Si yo tuviera el poder del tiempo, abrazaría a Pepe, la persona con más sentido del humor que con él la noche era súper divertida, diveridísima.. Era generoso, guardo su reloj, y sobre todo guardo su recuerdo. Un hombre vivido y sin apego a las cosas materiales. Estando en El Callao descubrí que le gustaba mi presencia. Dios se lo llevó. Pepe, amigo, ahí donde tú estés recuerdo tus bromas y tu generosidad. Pepe era un amigo vivido. Había trabajado en los Estados Unidos, y por supuesto gozaba de su Green Card, o sea, que estaba legal. Me contó cosas sobre United States of América. Nunca te olvidaré Pepe, te portaste muy bien conmigo. Te recuerdo feliz.

Has tenido demasiada suerte. Digamos que has tenido una suerte divina. Los árabes lo llaman Baraka. Has salido indemne de muchas. Pero ¿para qué quieren un hombre como yo en la cárcel? Un poeta que anda preguntándose que tanta suerte es algo más que luz del firmamento. Recuerda tu suerte, porque otros como tú salieron por la puerta de atrás. Tú has tenido una suerte loca, ya que al librarte de tantas historias ahora te da miedo la vida. He huido corriendo, he andado por el filo afilado de una cuchilla. Cuando se vive como tú has vivido hay que insistir en los astros del cielo, en los ángeles de la guarda, en las vírgenes. Siempre se te ha dado mal saltar una valla. Cierto es que te saliste de la gente que no te convenía. Y has seguido por tu camino haciendo oídos sordos de los consejos de tu padre. Capplannetta, eres un chico con suerte. Aunque sin riquezas ni belleza has logrado lo que muchos ansían, que es tener casa y felicidad, pero la felicidad, la de poco fuelle, quizá podía haber sido actor aunque lo que me gusta es escribir. Recuerdo las veces que me he librado de según qué consecuencias y se me ponen los vellos de punta. Es bonito cuando te espera tu novia al salir del calabozo, y si también está tu madre, le das un beso con cariño a tu madre y otro a tu novia porque la quieres. Cuando has estado al borde del peligro, cuando piensas en los efectos que conllevan las cosas que no se pueden contar, te dices, Dios ha estado a mi lado. Ser un chico de extrarradio supone tener la etiqueta de garrulo, de macarra, cuando conoces bien la vida te conviertes en un ser que no se fía de nadie. He estado a veces rodeado por verdaderos cabrones. No pretendo escudarme para culpar a otros. Pero mi naturaleza me ha hecho amigo de gente que no pensaría jamás que yo tuviera esa conexión. Mirar para atrás es un ademán que no sirve para demasiadas bendiciones, más bien entras en una vorágine repleta de malos recuerdos y por ende malos sueños. Ahora escribo y escribo, quiero exorcizar mi grandeza y mi diminuta presencia. Venga Capplannetta, no llores más, que las cosas están bien como están. ¿Qué sería de mí sin la escritura? Sería un nadie, un nadie entre miles de nadies. Pero los nadies mueven el mundo.

Busco mecenas allí en el subsuelo, en antros cochambrosos, en hospitales en cuarentena. Huyo de protocolos y actos solemnes. Busco mecenazgo, quizá por el hartazgo de ir siempre sin blanca. Vivo por encima de mis posibilidades, ni polvo consume mi hogar. Busco mecenas desesperadamente, lo busco en los rellanos, en los descansillos y en los huecos de escalera. Busco mecenas pues ya no me dan los bancos ni el apetito de tener algo de dinero. Busco mecenas con posibles, vamos, que le sobre el dinero, y sobre todo que quieran un poeta babeante por la tranquilidad de los domingos. Que se den prisa, lo busco urgentemente. Lo busco, lo necesito. Lo busqué en las cloacas, en las barricas de solera, y encontré vida, sí, no eran gusanos ni malvas, eran cucarachas asquerosas que se habían comido las alas libertarias de una mariposa. Busco mecenas. No me importa su raza, tampoco su nacionalidad, lo necesito para que pague mis facturas, para que me llene la nevera, para que me abastezca ante el ayuno. Busco mecenas que me asegure mi zona de confort, para que me lleve en Rolls Royce a ver la luna, que me proteja del poco público que tengo, busco a alguien con dinero, yo le daré una vida de experiencias fuertes, no me importa que sea jesuita, tampoco protestante, absténganse los testigos de Jehová, absténganse los que no saben hacer la O con un canuto. Busco mecenas, con paciencia y entrega, absténganse los agentes literarios. También los conductores temerarios. Pero que tenga coche propio, estoy harto de ser un peatón. Busco mecenazgo, que sepa hablar idiomas y lenguas muertas, que sepa cocinar lentejas con chorizo, busco un mecenas para ponerse manos a la obra en breve. Busco mecenazgo con puntualidad y seriedad. Eso es todo.
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Ya empieza el nuevo curso 2021-2022 y es inmensa la cantidad de libros que se ponen en sus casillas o casetas como punto de partida. La FLM está repleta de novedades y entre esas novedades tendrían que estar mis libros, cibernética esperanza uno, y Poemas con Nocturnidad el otro. Mis amigos me aconsejan paciencia, y no me queda otra, es una tontería ofuscarse como un obelisco insensato. Los que se apuntan a la firma de libros tienen obras a la venta para ser dedicadas con grandes ambiciones y expectativas. Debo de tener paciencia, sobre todo, por el tiempo que llevo esperando. Ya que se me ha cruzado agosto y me atrevería a pensar que se me ha atragantado. Pero para serles sincero no me dan ninguna envidia todos aquellos que firman a sus lectores, las muchas presentaciones y todo el ágape de escritores, que no es si no, otra manera más de lanzarse tras la caza de lectores. No me dan envidia. Yo creo que por mucho que asistas a este tipo de actividades, ya sean spoken word, o presentaciones como fuegos fatuos como decía Don Manuel, como el fuego fatuo es el querer. La verdad es que tengo dos libros en el mercado, y ninguno, de momento, se vende. No es porque sean malos, al menos acerca lo que yo espero de un buen libro. Al final no se sabe quién se lleva el gato al agua. Lo que sí es seguro que no me considero un mercachifle, me considero poeta, y ya es mucho. En este mundillo existe mucha inquina y cierta envidia. Pero al final el regalo más sincero y que llena más es el del público lector. Espero tener buena acogida, aunque mis circunstancias sean contrarias. Contemplemos el milagro.

Pasó un tiempo con un tremendo miedo, más bien lo llamaría terror. Wáng se llamaba ese chico con tantas supersticiones que nada más creía en Buda y en la numeración del calendario chino. En el lugar donde residía se le conocía bien. Wáng, como todos los chinos, tenían una frecuente grima por el número cuatro. Llevaba arrastrando su miedo desde que apareció el Internet 4G. Y para colmo de males en los sistemas operativos de Apple estaban en la versión 14.1.1 Todo esto a Wáng le parecía un mal presagio. Ya habían pasado las olimpiadas del 2008, incluso las del 2012 en Londres. Pero a él, como buen chino, esto del Internet 4G le parecía obra del demonio. Tanto cuatro rondando en los sistemas operativos y en el Internet de las cosas le parecía un riesgo que no podía omitir. Pero en un periódico leyó que el Internet 5G ya estaba llegando. Y lo más curioso era que esa velocidad casi de láser lo habían ideado en parte unos chinos. Pasó la pandemia, pandemia dispuesta a quedarse, a mucha gente conocida le afectó la terrible COVID-19. Él atribuía la pandemia a la mala suerte del 4G y a los cuatros en los sistemas operativos de Apple y para colmo los del Samsung. Estaba desolado. Era un verdadero preso del sistema operativo y la velocidad de datos.
Con el tiempo llegó a los dispositivos la velocidad de datos 5G. Él estaba encantado con el cambio. Sus amigos le dijeron que el sistema operativo en Appel iba a pasar a IOS15. Se fue a comprar veintitrés iPhone con la velocidad de datos 5G y el sistema operativo nuevo de Appel. Para él ya había pasado el tormento. Le regaló a su pareja veintitrés iPhone por su cumpleaños. Su novia le dijo: -No, Wáng, te olvidas de algo. Y Wáng contestó -¿de qué? Le dijo su novia que al comprar veintitrés iPhone estaba dando lugar a comprar el suyo, ya que era el número veinticuatro. Y Wáng reía. No, te olvidas, querida, que hombre precavido vale por dos, ya que Wáng compró veinticinco iPhone. No le importó tampoco pagarlo con tarjeta y tampoco que en la cantidad a pagar hubiera un cuatro. Así era Wáng. La superstición no era libertad, pero teniendo dinero era otra cosa. Wáng no quería pensar en el futuro. Era una revolución.
Posted on 1:05

Ayer vi en Facebook la posibilidad de enviarte una solicitud de amistad y no pude. Me dio cierto miedo. A la negativa supongo. Recuerdo que cuando te conocí mi vida era de color azul, y eso no se olvida tan fácilmente. Yo me casé y fracasé, de ti he visto que tienes hijos. Bien por ti. Cuando tuve la posibilidad de enviarte una invitación me asaltaron muchas dudas y algunas realidades con respecto al tiempo transcurrido. Yo ya no soy de aquel que era. Supongo que ya te habrán contado, o quizá, lo hayas visto con tus ojos. Quiero que sepas que no escribo esto por puro interés. Lo escribo porque recuerdo cosas que han ocurrido. Recuerdo aquella noche. Es mejor no hablar más. Simplemente espero que todo te vaya bien, pienso que tienes razón, porque ¿qué voy a buscar ya después de tanto tiempo? Tuve mi oportunidad, y la cambié por otras mujeres. Sí, este picaflor ha perdido. No puedo reprocharte nada yo. Tú, al contrario, sí puedes hacerlo. Ahora cuando estoy medio acabado no puedo ir detrás de ti, y con razón. De todo aquello ha llovido mucho. En aquellos tiempos éramos la unión perfecta, pero quise ir de mujeriego y perdí, me destruí. No puedo culpar a nadie, pues nadie tiene la culpa. Hubiera sido feliz contigo. Ahora estoy en un punto de no retorno. Realmente tú has mejorado con los años, mientras yo, he acabado estropeado. Ahora no soy el mismo, pero es mejor así. El azar pone a cada cual en su sitio. Ya dejé las drogas, y la bebida, pero eso es por mi bien. De vez en cuando le pregunto a Juan que ha sido de tu vida. Mi corazón es para tu persona, pero los corazones como el mío, que han estado tantas veces viéndole las orejas al lobo he terminado dentro de la boca, porque he tocado fondo. Quiero que sepas que nunca te olvidaré. Pero ni tú ni yo podemos rescatar aquel fuego que nos unía siendo unos niños. Me hubiera gustado acabar mi vida contigo. Aunque te perdí. Tú te cansaste de ir detrás de mí, pero el mundo da muchas vueltas. Volviendo a lo de antes, te has puesto bellísima, al contrario que yo, que no valgo ni para tacos de escopeta. Algún día deberíamos hablar. Hasta siempre, mi amor verdadero, mi vida de azules.

Sé que te gusta La hija de Juan Simón, esa milonga me recuerda a mi abuelo, que lo quise mucho. La milonga preferida de mi abuelo llega hasta tus oídos. Hagamos un alto en el camino y recordemos el amplio repertorio de Antonio Molina. Su música permanecerá en mí mientras viva. Mi infancia, la banda sonora de mi infancia es Antonio Molina, Los Gemelos del Sur, Juanito Valderrama y Manolo Escobar. Cuanta nostalgia respiran mis poros por esa música de otros tiempos. Recuerdo a mi abuelo que reconocía que para escuchar La Pirinaica se metía en un armario. Era una distinta manera de hacer revolución ante esa dura dictadura en los años siguientes a la guerra, nuestra guerra. Mi abuelo era un español burgués trabajador de la tierra y los animales. Yo jamás tuve un abuelo con espada y con medalla, que ganara una batalla. Yo tuve un abuelo sencillo y fumador de tabaco negro, y tuvo que vender las tierras heredadas de su familia para venirse a Catalunya. Mi abuelo era parco en palabras, pero conocía a la gente tan solo con una ojeada. Tenía problemas de vista, pero en su visión de sombras conocía a todo aquel por el zarape. En estos momentos vendemos (la familia) el hogar que disfrutó y el hogar mismo que lo vio dar sus últimas bocanadas de aliento. Mi abuelo se alegraba de verdad cuando te veía. Lástima que no conocí a mi abuelo paterno. Cosas de la vida, decían justificándose de su muerte repentina. Cuando escucho la milonga La hija de Juan Simón, todos mis muertos acuden en la noche. Dejan su rastro en el perfume de la casa. Esta casa que también es suya. De los muertos de uno no hay que temer, son tu propia familia.
Me ocurre desde hace mucho tiempo atrás. Me puede la impaciencia. Cuando estoy realizando algún trámite, cuando espero de la publicación de un libro con su ritmo lento, me impaciento, y eso es debido a que me desespero con facilidad. Y no es una cosa de la cual yo haga alarde. Simplemente es un mal hábito que debo eliminar de mi existencia. Publicar un libro es un proceso lento, muy lento, y no puedes estar molestando al editor o a sus empleados con llamadas y emails.
Querer vivir deprisa siempre ha sido mi defecto. Me gusta la velocidad. Pero la eternidad, como nos han enseñado en el colegio, puede ser aún más desesperante si estás perdido en el limbo del más allá.
Antes era más paciente. Pero en esa época mi vida no era lo que es ahora. Vivir deprisa o comer con gula provoca que no me inviten a ningún restaurante a zampar, comprobarían que soy un bárbaro. Me encanta disfrutar de los placeres de la vida, pero si estos exigen algún momento de espera me desespero. Como con las manos. ¿Y qué? No soy un aristócrata ni un cortesano que se las dan de estirpe y son estirpe sí, pero una estirpe de bambolla que los delata el WC. Soy más indio que soldado, monje o campesino. Ayer mismo me comí un arroz con conejo y comía con mis manos, y resulta un placer asombroso. No critico al que coma con tenedor y cuchillo, para comer carnes rojas también los utilizo. Pero comerme un pollo a la brasa con las manos es un verdadero placer. Habiendo trabajado en el matadero se te quitan los escrúpulos y las manías. Lo que no soporto es a los que hablan comiendo y sueltan esa cantidad de perdigones desde sus bocas grasientas. Ahí sí que reclamo ser buen comensal.
Comer en el McDonalds con las manos es un deleite tan chic que me río yo de lo que es comer en un restaurante vegano. Comer es algo muy serio. Aunque pensándolo mejor, es un gustazo comer, y si lo haces con las manos disfrutarás el doble, pero si a eso le añades comer a dos carrillos para todo aquel que le falten muelas es un placer divino. Piénsenlo. Gozar es vivir. Pero pensándolo bien, no estamos hechos para durar, y por el pecado de comer, por la culpa de pecar, siempre habrá un motivo por el que perder la paciencia. Debemos comprender bien que cada ser humano tiene su reloj marcado, y cada uno va a su ritmo. Desesperarte te lleva al tedio, debes saber lo importante que es esperar, y al mismo tiempo, vivir mientras tanto. Mientras tanto se espera, se llora y se padece. Porque todos tenemos nuestros achaques y problemas, y no se van a llevar el tiempo como en un reloj de arena. Es preferible que el reloj de arena no se haga barro. Y se puede hacer de barro si forzamos a que las cosas salgan peores de cómo las queremos o las preferimos. Un reloj de barro puede remontarnos al tiempo que perdimos al desesperarnos, y sobre todo, no tratar de disipar al tedio mientras se espera. Nunca se puede forzar el tiempo, y mucho menos el azar. El azar es un ordenador que ordena el caos que se aloja en nuestra rutina. Espera cantando, espera silbando, espera tranquilo. Si pierdes la calma viene el naufragio y entonces ya no habrá retorno hacia atrás.

Tengo pocos aunque buenos amigos. Y estos amigos me han aconsejado bien sobre cómo llevar a cabo mi poesía. Por ejemplo, mi amigo el señor de Bidaxune, me dice que con respecto a las opiniones que tengan otros sobre mí poética rimada, que siga escribiendo lo que crea oportuno y que me llene, y tiene toda la razón. Mi pregunta base es: ¿por qué tiene tan mala prensa la poesía rimada? Yo, cuando me pongo a escribir no tengo claro anticipadamente cómo será el poema. Mi editor, Pablo Méndez, me aconseja que escriba lo que quiera, pero opina que la poesía rimada es cacofónica. En algunos poemas sí he notado cierta cacofonía. Aunque el próximo libro de poemas que escriba será sin rimar. Intentaré escribirlo con imágenes precisas y preciosas, metáforas que deslumbren a todo aquel que me lea. Sin lugar a dudas seguiré rimando. Debo confesar que me ha llevado algunos años adaptarme a la rima. Pero el próximo libro seguro será de poemas blancos. La métrica es otro cantar. Seguramente lo publicaré en Ediciones Vitruvio. Pero para eso debo impresionar a Pablo. Ahora debo luchar por los dos libros publicados en Vitruvio. Reconozco que es ahora mi momento de publicar y escribir como quiero. Sobre versos rimados se ha escrito mucho, y de una manera brillante. Desde el Siglo de Oro, hasta la Generación del 27 ha habido verdaderas obras maestras. Y muchas de ellas rimadas. Decir lo que se quiera decir rimando o no, debo de tener una pureza de un diamante ya pulido. No es fácil rimar, pero en esta nueva era no debemos olvidarnos del movimiento Hip Hop, ni tampoco omitir las décimas y serventesios de Joaquín Sabina. Los sonetos de Sabina tienen una calidad excepcional. Tampoco olvidemos a poetas que riman como cantaores en el mundo del flamenco. Podemos recordar los poemas rimados desde Miguel Hernández hasta la poesía rimada de la premio Nobel Gabriela Mistral, o las canciones de José Alfredo Jiménez. Al respecto de la influencia rimada en el movimiento Hip Hop tenemos a los Calle 13, a Frank T, o el rapero Tote King. Recordemos a la canción popular de Violeta Parra y el gran Victor Jara. La poesía rimada tiene verdaderas delicias como por ejemplo rimas interiores, rimar en serventesio, el soneto o el sonetillo, según sea la métrica en ambos. También está la parte de rimar como en el romancero. ¿Qué sería de los romanceros como los de Lorca, o también Joan Manuel Serrat? O tal vez las milongas compuestas por Jorge Luis Borges. La poesía rimada goza de muy buena salud. Aquí en España está infravalorada pero podemos hablar de rima en inglés o en francés, como por ejemplo el gran Bob Dylan, y en francés recordemos a Baudelaire en Las flores del mal, cierto es que la poesía en verso libre se le puede sacar más jugo que a la poesía rimada. Pero subrayo que no es fácil, y a mí me supone más divertido rimar que el límite al escribir.
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Algún día tendré modelos a los que fotografiar, y así dejaré al fin el apropiacionismo como quien deja el tabaco. Si no fuese por la materia prima que me proporciona Pinterest y Pixabay, del cual yo descargo material para crear mis mixturas, estaría atado de manos. Hubo un tiempo en el que yo creaba collages (mixturas) de la era soviética y en otro tiempo yo utilizaba aplicaciones que yo pegaba como si fueran pegatinas. Cuando tenga modelos haré verdadero arte legítimo. No quiero decir que lo que hago ahora no lo sea, pero yo, que soy honrado artísticamente no me satisface del todo. Mientras que descubrí las aplicaciones web que antes mencioné he creado algunas mixturas sin ninguna influencia. Tengo autorretratos y retratos de gente que yo mismo he ido recopilando cuando hacía fotografía analógica. Al descubrir la fotografía digital, y la gran variedad de aplicaciones que hay, a veces con poco he creado verdadera magia. También en vídeo. Pero hasta llegar aquí he seguido un proceso artístico que me ha ido dejando el tiempo de poco a poco. La belleza está en todas partes. Ahora ocurre que el trabajo es más fácil.
Debo de decir que tengo muchas mixturas. Recurro a temas diversos, pero para mí la mixtura o el collage son algunos buenos y otros peores, les ofrezco aquí algunos www.lioolimixturas.com Entre lo analógico he ido creando un fondo interesante. A medida que ha ido progresando la fotografía digital yo he ido creando maneras de proceder. Siempre experimento. Estoy a la vanguardia en software y me siento orgulloso de cuanto se dispone a la hora de hacer un trabajo limpio y nuevo. Hasta que el creador no me lleve junto a él sería una delicia estar en buenas condiciones.

Que el mundo te enseña a vivir, eso dicta el hecho de ser anciano. Dictar por ejemplo, la vida no es hablar del pasado, es subrayar aquello por lo que pasamos sin apenas percibir que así es el ser humano. Si el mundo no te enseña a vivir, te enseñará lo vivido y el día señalado. Tú que no aprendes de tus padres, ellos que saben lo que es vivir, verás pasar la vida con sus años, meses, días y horas, tendrás que sacudirte lo predicho en el hoy y ahora antes que volver a sentir, y si un día al suelo te caíste, te tendrás que levantar luego al fin. Es ley de vida, esa vida por la que luchamos y después morimos. La muerte es el último trago, salvo los que mueren durante su vida y su destino, y al morir mueres dejando lista el alma cuando todo alrededor se desvanece, la tarde cuando es preciso, y la noche que a veces es breve y será pasto de matachines e indecisos. Verás a amigos y enemigos pasar y vivir lo mismo lo que tú has vivido, aunque ahora, otros, como otros tantos frentes pendientes, y un remarcado sesgo consecuente a cualquier lugar que se te demora. Esperar a morir, eso puede ocurrirte ahora. Andar con algún Dios presente, o trabajarás en ayuno mientras se despeja entera tu aurora. No clames al inocente, tampoco quieras migas con el indecente, y tendrás que decir que todo lo pisado acabó en accidente. Corre, huye y vuela si fuera preciso. Reparte tu tiempo en las cosas y busca un sitio, tu sitio, no hay nada como el hacerte insumiso y llevar en alto tu cabeza siempre. Te asaltarán dudas y serán precarios los momentos presentes, te pasarás contando prefacios y prórrogas, en un largo desespero se te agotarán todas esas cosas hermosas que aparecen cuando tú afloras. Busca, elige bien el camino, no te vuelvas expectante ni tampoco ausente, no quieras cabra y soga, te cambiarán los tiempos, y entenderás que lo mejor es cuando no lloras, porque no puedes llorar, pero eso es otra historia. Aunque parezca lo mismo. Es hablar por hablar. La verdad solitaria es seca.

No soy hombre de lujos, aunque me gustan las cosas de calidad, sobre todo aquellas que tienen la etiqueta de Gourmet. Empecé yendo a una tienda de Sabadell donde vendían unos productos excelentes. Por ejemplo, al principio compraba café, un café etíope con mezcla de cafés seleccionados. Me los hacía con una cafetera italiana. Después cerraron la tienda y me fui a la planta baja de El Corte Inglés y allí descubrí quesos, patés, embutido y un largo etcétera pero en aquella época tenía dinero. Recuerdo mi chocolate belga, mis botellas de güisqui Lagavulin. Pero todo eso ya pasó. Ahora estoy sin blanca. Ya vendrán tiempos mejores. Un producto que me gusta mucho son los pestiños, los piñonates. El pan andaluz también me gusta con jamón ibérico de Guijuelo, o de Jabugo. Hay productos de calidad en Alcampo, o Mercadona. También he disfrutado de cosas de calidad en Andorra. Hace poco pedí por Internet la cerveza de Ferran Adriá la Malquerida. Es lo más cerca que he tenido a Ferran. En Perú también se come bien. Allí la gente sale de paseo y siempre hay un producto gastronómico que te deja perplejo. Yo quiero volver a aquellas cosas que me hicieron felices. En las que viví cosas inolvidables. El Pizza Hut de Perú no se parece en nada al de España (según cuáles) Hacen en Perú unos pollos a la brasa magníficos. Y una cosa que me gusta y dicen que es comida chatarra es la comida del McDonalds. Me gustan algunos productos de esa cadena repartida por el planeta. También puedo hablarles de vinos, me gusta el blanco, ahora tengo dos botellas de Albariño, es excelente. Soy de los que pocas veces tienen algo que celebrar; tengo un par de botellas de cava Freixenet, por si acaso.

Si algún día te pones a llenarte la boca de sandeces, críticas a fulano, envidias a mengano, y te ríes de zutano, después no hables. No eches la culpa a nadie, tú eres el único culpable, de las horas perdidas, de los besos que se esfuman, de aquel que te abandona, después no hables. Los animales siguen su instinto, y las personas seguimos nuestro instinto, pero sabemos cuando hacemos daño, después no hables. Si te hacen un vacío, si te humillan ante gente, si te sientes maltrecho. Muchas vueltas ha dado el mundo para que esté así. No vengas a llamar porque se cerrarán todas las puertas. Después no hables, no hables no. Todos conocen tu sacudida y tu desvelo. Tu amplia cámara de gas, tu verdad que va menguando, tu mentira al desnudarte, después no hables. Gritar por ejemplo, estoy solo y no tengo amigos, o por ejemplo, en qué momento se jodió el Perú, ningún Vargas Llosa hallarás tras la cortina de humo que asfixia y pudre el aire. Aire, aire, agua, agua. Después no hables. Podrás decir mil cosas, incluso perdonar y reconciliarte, podrás tener la suerte de decir que mal pensaste. Que no hay treguas en esta guerrilla loca de sudor que escuece en la mirada, podrás ver desde la atalaya para luego bajar al nadir de los estorbos. Te precipitarás tú solo al abismo en el que caes. Se amotinarán los te quieros, te sentirás bombilla antes que enchufe. La noche callará de madrugada, después no hables. No hables a media jornada ni a jornada completa, te tapiarán el paisaje que frecuentas, pero tendrás miedo, después no hables. No, no hables, docena de plegarias se abrieron camino para siempre. Multitudes de exiliados buscarán la paz del domingo por la tarde, después no hables, que conste, estás avisado.
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Si alguien te dijera dónde estuve yo encerrado decidle que fue un error, echadle la culpa al cirujano, a la ambigua precisión quirúrgica que tienen los bisturíes. Decidle que fue un error del enfermero que activa los electrochoques. Decidle que me inventé un crucigrama y me perdí en él. Decidle a quien pregunte, que no estoy loco, que ha debido ser algo que tomé en mal estado. Decidle a quien pregunte. Aunque muy pocos preguntarán ya. Decidle que esta barrigota mía creció como una seta sin acordarme el lugar ni la fecha. Decidle que me acuerdo mucho de ella, aunque ella no se acuerde ya. Decidle que me envenené con monóxido de carbono, que tengo diabetes, pero no digáis por Dios el diagnóstico preciso, haceros los tontos como niños que miran los frutos inútiles de los cipreses. No le digáis jamás a quien yo debo, a quien me pagó, y por el que me hice fugitivo del deber. Todo esto me pasó porque me sobrevino la náusea cuando mira la gente al besar a tu novia. No soy el preferido de mamá, tampoco fui el primero de la clase, lo que sí tuve es suerte. Ahora no tengo dinero, se me está perdiendo la dentadura, a mi edad me dieron palos pero yo no culpo a cientos, ni al fanático de la última palabra. Hubo una vez que fui revolucionario y bajo los adoquines no encontré playa alguna, debajo estaba la cloaca. Decidle que necesito cariño, que rompí mi cordón umbilical y ahora ando solo por mi casa buscando cariño, no soy peligroso, a decir verdad soy más miedo que verdad, más valiente que enemigo. Hay momentos en la vida que te engulle una ballena y te alumbras con un mechero hasta que resurges. Decidle eso, decidle a todos que resurgí y no me volví loco. Que me pueden encontrar si me buscan. Decidle, decidle, decidle a todos que no me importa que me cambien el nombre, el parentesco, o la semilla, total, ahora no tengo ni familia. Mi familia se pone nerviosa con mi presencia, decidle a todos que me calmaré cuando nos veamos las caras. Yo, que he cruzado el Atlántico ocho veces. Yo, que fui generoso y lo sigo siendo. Que no estoy gordo por el vademécum, que soy aventurero de sofá. Decidle, antes que se vaya en la niebla para siempre, decidle que soy adolescente todavía.

Ando parajes de estaño frío y microprocesadores con el alma rota, me escondo tras turbinas eclipsadas por la opacidad del silencio electrónico; busco y encuentro códigos HTML entre los copia-pegas adormecidos que viven y tantean entre las imágenes. Libros de mixturas y códigos JavaScript con el corazón programado como un soneto de Shakespeare. El hombre va camino del cúbit, pegatinas sueño, y mientras tanto me quedo quieto como un tatuaje que respira a 220 V. Hubo una vez un Dios llamado mercado que respondía al cómputo del algoritmo. Miles de ríos de tinta electrónica fluyen por las auroras tímidas de la soledad, aunque el mundo sea más pequeño, también es grande la distancia que nos separa. El desarrollador escupe sobre las Fake News, y ya no caben hemisferios en esta Pangea que es el mundo. La ley del microprocesador es la ley de la velocidad azul. Un niño neonato está en vigilia mientras que los algoritmos tienen esclavizados a sus padres, sus padres compran chuches y cositas como caprichos de toda clase. La postverdad nos duele más que la mentira. Intuyo tragedias para los emperadores del Dow Jones. El afrofuturismo está llegando a subrayar que how black is beautiful. Me encanta esta era.