Capplannetta sayonara

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Vivo entre el día de todos Los Santos y el día De los Santos inocentes, ante el calendario solar que es el espejo del anciano de occidente. He visto a samurais caer hacia el infierno, y con sus katanas afiladas luchar contra Goliats de mármol. Estropearse, no encontrar al sol naciente, nadie me espera para cenar, pero en el ayuno dan pierna suelta al desenfreno. Estoy desnudo, maltrecho y despegado del mundo. La familia que era la mía, ahora ya se han cansado de tanto desvelo, de tanto sube y baja, de tantos banzais tras comer sushi y sake, El gran creador se puede ofender, pero me gusta el mundo nipón en un mundo de luces led y algoritmos verdinegros. Un santo, no soy un santo. Pero estoy algo cansando. Hace ya cuarenta años que acabó una dictadura de cuarenta años, he visto la guarida de Alí Babá y sus cuarenta ladrones, muchas veces me cantaron las cuarenta, y otras veces canté yo unas canciones de cuatro cuarenta. Los meses no tienen cuarenta días, pero yo, que soy un cuarentón, me hago un kamikaze siempre y cuando no vaya a morir, también soy el eterno hikikomori, que busca y busca un lugar donde florezca la poesía, y así Hiroshima y Nagasaki serán urbes consagradas a la cobardía vengativa. No soy un Santo, yo digo eternamente y cuando es preciso decir arigato, yo lo que soy es un poeta que vive a trancas y barrancas con más deudas que ingresos, y cuido de mi bonsái. No tengo palabras para los malvados, sin embargo, para la buena gente tengo un haiku las veinticuatro horas y los trescientos sesenta y cinco días del año. No me apunto a batallas, aunque mi batalla sea el miedo, me hago el harakiri cuando mis brotes psicóticos son fresa ácida para remediar este wasabi picante y eterno, antes que hacer daño a esa buena gente que pulula entre Los Santos y los ángeles estropeados, demacrados, dejaron ser otakus, y eso no quiere decir que juegue sudoku como principiante. Para ser un loco, un loco como yo vengo siendo, tengo que resolver más de un autodefinido, tengo que hacer origamis con el tic tac de los despertadores y los relojes de pared con un péndulo de color rojo, esto llega a su fin, vendrán las geishas y con sus manos te dirán al despedirse: -Sayonara Capplannetta. 



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