Capplannetta condenado al ostracismo

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Esas personas que presumen de amigos, de reuniones entre gente que son de la misma manera de pensar, que fanfarronean dándoselas de llevar una vida holgada socialmente amistosa, son las personas más resentidas, y a la vez prejuiciosas y necesarias y aceptadas  con un trasfondo hipócrita y falso. Yo no las envidio. Necesitan de un lubricante social como las drogas o el alcohol, ya que de no ser así, se vuelven incómodas y se une al hambre de la calma las ganas de beber. Necesitan estar tranquilos y eufóricos, con el aliciente del alcohol. Yo no voy a bares, no me drogo, pero psicológicamente soy un enfermo psíquico. Estas personas psíquicamente son del mismo pensamiento unánime gracias a que estigmatizan a gente como yo y eso les lleva a pagarme con ostracismo y venganza emocional. En realidad no son ni mediocres. Apostaría algo a que no tienen ni un libro en su casa, aunque sí botellas de vino, y cerveza en la nevera. Son gente tan común que son un populacho socialmente elitista en el sentido psíquico del asunto. En realidad son cobardes de la diferencia de la seudo amistad. Hay momentos en esta vida que después de haber sido generoso te pagan con resentimiento como venganza. En realidad se prodigan por las redes sociales como una élite de necios a los que no les importa que otras personas no jueguen su mismo juego de naipes marcados y guiones prescritos por estándares y castigan el libre pensamiento con presumibles maneras de reunirse y publicarlo en las redes. Sé un vulgar que no lee y serás como muchos, lee y serás como pocos. Leer un libro les supone tal esfuerzo que nunca tienen otra cosa encendida ya sea o el televisor o la música comercial que ven como un paso adelante en modernidad. Mi ostracismo es la libertad en soledad. Si me reuniera con ellos o acabaría borracho como una cuba o bostezaría tanto que me dejaría llevar siguiéndoles  la razón ante mi sentido de la autoestima. Y no es un problema de ego, es una distinta manera de pensar. Pensando como ellos sería un perfecto imbecil sin personalidad y fuera del colectivo por un ostracismo que les incomoda y los lleva a reírse, incluso a burlar como cabezas cerriles que encuentran su mimetismo de pensamiento en decir chorradas y delirar con el vino que toman como ansiosos de paraísos artificiales. Una reunión de verdad es camaradería liberadora. 

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