Capplannetta y la gran huida
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Huyes, te dicen huye, tú huyes. Como un pájaro silvestre cuando escapa de la cárcel de una mano. Tú huyes, huyes de voceros, huyes de los focos de infección, huyes, tú huyes, ellos, yosotros, vosotros sabéis que huyo. No es miedo. Quizá cautela, prudencia. ¿Por qué te van a matar si estás finiquitado? Estás con el corazón arrasado. Las guerras del alma son así. Existen búnkeres para los corazones como el tuyo, están las cloacas, los lugares apartados en las afueras. Tú huye, por si acaso. Por si las moscas. Huyes con tu miedo, no a la gente, a ti mismo, temes equivocarte, otra vez, otra enésima vez. En tu casa está lo de afuera y también está lo de adentro. Tú agarras carretera y manta hasta encontrar un cruce de caminos. Los amigos que te quisieron, y tu familia que todavía te quieren. Pero huye, ahora que no hay moros en la costa, sigue huyendo, te da un ataque de ansiedad, te llaman loco, ninguna mujer te va a querer yendo al psiquiatra, tú huyes deprisa. Envidias la tranquilidad de las flores, del timelapse vegetal. Huyes, tú huyes constantemente. Te das miedo. En realidad conozco a muchas buenas personas. Algunos también huyen. Huimos todos. Huimos de nadie. De nosotros mismos. Te dicen que le espera su hermana fuera. Pero no es verdad, porque también huye. Y así toda la canción, el mismo repertorio. La misma frustración. Tú huye. Estar lejos, ¿lejos de qué? Estar libre ¿Libre de qué? Huye, tú huye. Destapa la sangre, tú sangre, que también huye. Huyes como si te siguiera una milicia, como un mal ladrón miedica. Huyes. Tú por si acaso huye. No creo que llegues muy lejos pero no es cobardía, es precaución, es ida sin retorno alguno.