Vida triunfal
Posted on 18:54
La vida no es un camino de rosas, ni un brindis al sol, ni un carnaval ni un paseo triunfal. La vida es más que eso. Es un desnudo frío en un invierno a quemarropa. Es una conexión con las cosas que no tienen importancia. Me señalan a mí como el que tengo que darme cuenta de algo, algo de lo que no estoy seguro. Porque lo que es seguro que los remedios caseros se enferman desde la calle. Y pasamos miedo. Todos temblamos ante la comparsa de cadáveres de plomo que no avanzan. Se quedan apelmazados de miedo y escalofrío rudimentario. Todos temblamos. Temblamos de un agazapado síncope. De un miedo arrodillados suplicándole a nadie y a todos. Se puede ser bueno, se puede tener miedo siendo bueno. Los malos también tienen miedo. Quizá más que los demás. Porque se atrincheran en el barro de su prepotencia. Todos somos capaces del suicidio. Pero de lo que no somos capaces es de vivir en la derrota permanente. En el teatro eterno de cara a la vida de las plazas públicas y las ventanas abiertas en un verano de fría verdad. Somos lo que cambiamos, y cambiamos mientras somos. Porque la cara siniestra de la vida se asoma cada cinco minutos en la inocencia resabiada. Una palabra pesa más que otra. Lo que no pesan son las cicatrices del alma. Porque en la entraña de esta tierra todo es imposible. Hasta lo real aunque casualmente predicho. Porque la efigie corre enajenada de prisa y nada la puede detener salvo el prefacio matinal y perseverante. Los juegos son para ancianos. Los niños creen todo lo que les dicen sus corazoncitos de yerbabuena. La malicia está en las alimañas impregnada. Los bostezos son un cortejo con el aletargado sueño de los hombres empijamados. El respeto existe cuando hay miedo, solamente ahí.