Y allí la vida es otra
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Nos quedan las librerías, nos quedan las películas americanas e independientes, nos queda Oliver Stone, nos quedan, por pco tiempo aún, los Rolling Stones, nos quedan las muchachachas folladeras, nos quedan los beneplácitos De la Iglesia, nos queda la yunta de bueyes que caminan a la par de los caminos, pero allí la vida es otra. Sí, es otra. Es otra la vida mientras ríe sarcásticamente. Mientras se ríe ácida como una fresa cáustica. Nos queda el silencio de los sindicalistas, nos queda la Francia revolucionaria, nos queda Paris era una fiesta, nos queda derrotar al nazismo, todavía, nos queda levantar a los negros y a los judíos del pozo de la esclavitud, nos queda estornudar a los pasmarotes, de broma, claro, nos queda existir medianamente en peligro, nos queda vivir aventuras en el Tíbet, nos queda mear sentados como machos y nos queda mear en las torres de tensión, pero allí la vida es otra, es una vida totalmente clandestina y al borde de las leyes formales, allí la vida es otra, sí, no es aburrida, no es muerte porque la muerte solo existe en las películas de Alfred Hitchcock, nos queda volar más alto que el cuco, nos queda partir candados con los dientes, nos queda el azúcar, la sal, los carbohidratos, y nos queda disimular que aquí aún no ha pasado nada todavía.