De todo aquello hace mucho tiempo
Posted on 13:36
Hubo un tiempo que cada mes tenía que aguantar que mi padre pagara la multa a la que me sentenció el juez. El juez, una autoridad sin conmiseración, ni compasión, me sentenció a pagar tres mil Euros por subirme a coches, por estamparme con el SEAT Málaga de mi padre y por romper la puerta de un restaurante chino. Cada mes era vergonzoso. Entonces mi padre estaba fuerte y aguantaba mi confusión diciéndose a sí mismo: —cambiará. Y vaya si cambié. Me topé con gente ruin, gente que solamente buscaba que me culpabilizara de los delitos o trastadas que cometí. Decepcioné a mi padre, eso no quita que no lo quisiera. Le hice pasar por situaciones que me causan vergüenza confesar en estas líneas. Digamos que estaba perdido en una marabunta que ni yo mismo comprendía del todo. Jamás imaginé que esas trastadas le hicieran tanto daño. El otro día miraba a mi padre. Y lo veía con miedo y fuera de sitio. Con la mirada perdida. Mi padre, una persona verdaderamente buena. Pero buena de verdad. Aquí el malo fui yo. Han pasado muchos años de eso. Pero es algo de lo que estoy arrepentido. Quería probar algunas cosas de las que tenía nociones pero pocas perspectivas. El punto final de esta historia fue en el año 1995. Mi padre es un ser bueno, un bendito. Mi madre tiene más carácter. Digamos que mi familia es un matriarcado, no porque mi padre no tenga autoridad, sino porque es un hombre noble. Hay cosas o temas que es mejor no sacar, ni publicar. Es una locura que cometí debido a la confusión mental que tenía por entonces. Mi personalidad nació dos veces. Aunque mi madre pariera sólo una. Me molesta hablar de este tema. No estoy nada orgulloso. Recuerdo que avalándome mi padre me dieron un préstamo. Uno, para pagar una multa. El otro, para publicar un libro insustancial, anodino, y con poca fuerza literaria. En total pedí cuatrocientas mil pesetas. Digamos que mi primer poemario era un libro malo, pero entonces no tenía ningún criterio, ni ninguna autocrítica sobre lo que escribía. Drogas, sexo y rock and roll, mucho rock and roll. Demasiado. Tenía demasiados enemigos, pero yo ni me enteraba, o quizá sí lo supiera, pero no quería hacer mala sangre. Verdaderamente la verdad de todo esto, es mi desengaño amoroso. Un desengaño que me cogió por sorpresa. Pues yo estaba convencido de que iba a prosperar la relación. Pero no. No llegó a nada. Estaba comprobando en que se parecía mi naturaleza contra la del resto de los mortales. Jugaba con cierta desventaja.