La equis orgánica

Posted on 23:14

 


¿En qué lugar y en qué momento dejé que me clavaran un puñal en el pecho para que nadie me reconociera al verme? ¿En qué lugar de mi cerebro se marca la equis orgánica de mi enfermedad? Ya sé que soy un cero a la izquierda, y conozco mis limitaciones. ¿Tal vez necesite un psicoterapeuta de la filosofía Freudiana u otro de la filosofía lacaniana? La calumnia es una mancha que no se quita con nada. Ni con vinagre, ni alcohol, ni disolvente, ni aguarrás, ni gasolina. La equis orgánica que tengo en mi cerebro es la prueba evidente que en el secreto de la vida nada es secreto. Todo se acaba dilucidando. Las preguntas a estas cuestiones nadie las sabe preguntar, pero las respuestas guardan un secreto entre las cloacas y el mundo efímero de las casualidades poco dadas a la evidencia sustancial. ¿Hay alguien en cualquier lugar que te esté mirando? La verdad es que los seres humanos no están solos. Están sincronizados. ¿Qué idioma hablan los pensamientos sean estos de la índole que sean? Le equis orgánica que esconde mi cerebro es la base de un problema psiquiátrico. ¿Moriré como Nietzsche de megalomanía, de ablandamiento cerebral? ¿Soy parte de una plegaria hipócrita o gimo como un amante? ¿Dónde comienza la verdad y dónde está el elogio de la mentira? No existe elogio para la mentira, aunque el mundo sea una mentira, también es parte de una gran verdad. He estudiado al ser humano de lejos y de cerca, y trato de comprender su debilidades más inverosímiles. Allí afuera hay dos tipos de gente. La buena y la mala. Cuando a un ser humano le falta la humanidad, la empatía, el altruismo, su corazón es mitad rabia y la otra mitad sueño incompleto, nada se puede hacer contra eso. La mayor de las pasiones es solitaria como una nube en plena lluvia que te sigue a ti sólo. El mundo necesita recuperar las humanidades. Las humanidades y el hecho inexorable de comprender la naturaleza de vivir. 

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